La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera que un adulto mayor sano es aquel capaz de enfrentar el proceso de cambio a un nivel adecuado de adaptabilidad funcional y satisfacción personal. Sin embargo, debido a una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales, condicionados por aspectos genéticos, estilos de vida y factores ambientales, un alto porcentaje de personas mayores llegan a esta etapa de la vida con diversas patologías, y se considera uno de los grupos más vulnerables para desarrollar desnutrición.¹

En el año 2017, la Sociedad Europea para la Nutrición Clínica y el Metabolismo (ESPEN, por su nombre en inglés), definió a la desnutrición como “un estado resultante de la falta de ingesta o malabsorción de nutrientes que conduce a una composición corporal alterada y disminución de la masa celular del cuerpo que conlleva a una alteración de la función física y mental”.²

Como ya se mencionó, la desnutrición es uno de los problemas de mayor prevalencia en la población de personas mayores, considerándose un factor de riesgo para el desarrollo de dependencia, lo que podría explicar la fuerte asociación entre desnutrición y comorbilidad, fragilidad y aumento de la mortalidad, al producir alteraciones del estado inmunitario, agravamiento de procesos infecciosos y complicaciones de las diferentes patologías lo que conlleva a que estén expuestos a deterioro de la capacidad funcional y hospitalizaciones de mayor duración.

A este respecto existe una concientización cada vez mayor por parte de la comunidad científica y de los profesionales de la salud sobre la importancia de mantener un adecuado estado nutricional en la población de personas mayores. Una correcta nutrición podría ayudar a optimizar el estado de salud general de las personas, mejorar la eficacia de los tratamientos de las patologías crónicas y síndromes geriátricos y reducir los costos del manejo de las complicaciones. Diversos estudios han demostrado que, en las personas mayores, un índice de masa corporal (IMC) entre 25 y 28-29.9 Kg/m2 se asocia a un mejor estado de salud.^1,3-5

Los factores de riesgo más frecuentes para el desarrollo de desnutrición son, entre otros:⁵

• Institucionalización
• Polifarmacia
• Patologías crónico-degenerativas
• Sarcopenia
• Pobreza
• Deterioro cognitivo
• Enfermedad de Parkinson
• Depresión
• Disfagia
• Problemas o alteraciones dentales
• Anorexia

La prevalencia de desnutrición aumenta con la edad y varía según el ámbito de referencia, siendo más baja en los ancianos que viven en la comunidad (6.9-7.8%), aumentando progresivamente en residencias geriátricas (20.8-28.4%) y en personas mayores hospitalizadas (24.6 40%).⁵

La detección temprana de la desnutrición, así como una adecuada intervención nutricional son fundamentales para mejorar la atención médica y reducir los costos y las complicaciones relacionadas con la desnutrición intrahospitalaria. Como primer paso, se debe implementar un tamizaje nutricional a través de una herramienta validada, que permita acceder a un mayor número de pacientes en el menor tiempo posible y con los recursos disponibles. Los casos detectados como “de riesgo” deben ser luego sometidos a una evaluación nutricional completa que incluya parámetros clínicos, bioquímicos, alimentarios y antropométricos para, de esta forma, llegar a un diagnóstico nutricional.^2,3,6

De acuerdo con el comité experto de la ESPEN, las herramientas de tamizaje nutricional se han diseñado para detectar desnutrición en pacientes y prever si es probable que esta desnutrición empeore o afecte las condiciones presentes y futuras del paciente. Las herramientas de tamizaje se basan en cuatro principios:⁶

• Condición actual del paciente
• Estabilidad de la condición
• Posibilidad de empeoramiento de la condición
• Riesgo de aceleración del deterioro nutricional

La validez predictiva, de contenido y fiabilidad, son algunas de las formas en que se puede evaluar la utilidad y la calidad de las herramientas de tamizaje nutricional.⁶

Algunas de las herramientas de tamizaje recomendadas por la ESPEN son: MUST (Malnutrition Universal Screening Tool), NRS 2002 (Nutritional Risk Screening-2002) y MNA (Mini Nutritional Assessment). Cada una tiene un propósito específico y ha sido evaluada para determinar su validez y fiabilidad.⁶

El MNA es el cuestionario más aceptado y utilizado a nivel mundial, ya que permite identificar a las personas mayores en riesgo antes de que aparezcan alteraciones bioquímicas o antropométricas. Además, tiene un elevado poder diagnóstico y pronóstico. Un resultado positivo debe ir seguido de una historia clínica, intervención individualizada y seguimiento.⁵

Como ya se mencionó, existe una asociación clara entre el estado nutricional y el grado de dependencia, así como con alteraciones del estado inmunitario, agravamiento de procesos infecciosos y complicaciones de las diferentes patologías y enfermedades crónico-degenerativas, lo que lleva al paciente adulto mayor a estar postrado en cama u hospitalizado, lo que por supuesto disminuye su calidad de vida. Por lo tanto, una adecuada detección de un estado de desnutrición a través del tamizaje es de suma importancia para evitar el desarrollo de este estado y mantener una buena calidad de vida de los pacientes.

En las personas mayores en riesgo de desnutrición o ya con desnutrición establecida, en quienes el consumo habitual de alimentos no es suficiente, se puede valorar la introducción de suplementos nutricionales orales para aumentar el aporte calórico, proteico y de otros nutrientes.

Estas fórmulas comerciales son una medida de soporte eficaz en el abordaje de la desnutrición ya que ayudan a cubrir las necesidades nutricionales, maximizar la ingesta de alimentos y, por lo tanto, mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Lo anterior se logra gracias a que sus formulaciones (especialmente diseñadas para este tipo de población), son hiperproteicas e hipercalóricas, en volúmenes pequeños y de sabor agradable lo que facilita que las personas mayores los puedan ingerir sin sentirse saciadas.⁷

Sanulac (División de Nutricionales de Grupo Lactalis) lanzó durante 2022 un suplemento hipercalórico e hiperproteico especialmente diseñado para pacientes adultos mayores malnutridos a causa de diferentes patologías o cambios fisiológicos propios de la vejez y que no pueden ingerir un alto volumen de alimento por la saciedad temprana, muy común en este tipo de pacientes.

Este suplemento de origen francés, número 1 en ventas en este país europeo, cuenta con 20 gramos de proteína, 400 calorías y un excelente sabor, en una presentación de tan solo 200 mL que ayuda a estos pacientes a recuperar peso, fuerza y energía, permitiéndoles sonreír de nuevo.

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Referencias

1. Tafu J, Guerra M, Carbonelli A, et al. Factores que afectan el estado nutricional del adulto mayor. Revista Latinoamreicana de Hipertensión, 2018; 13(5): 360-66.
2. Real C, Peralta L. Todos los caminos conducen a la pérdida de masa muscular: desnutrición, fragilidad, sarcopenia y caquexia. Dieta. 2021; 39(174): 45-58.
3. Camina M, De Mateo B, Malafarina V, et al. Valoración del estado nutricional en Geriatría: declaración de consenso del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Rev Esp Geratr Gerontol. 2016; 51(1): 52-7.
4. Volkert D, Beck A, Cederholm T, et al. ESPEN guideline on clinical nutrition and hydration in geriatrics. Clinical Nutrition. 2018: 1-38.
5. Gorroñogoitia A, López-Torres J, Martín I, et al. Actualización PAPPS GdT Mayor 2020. Atención Primaria. 2020; 52(S2): 114-24.
6. Rivas H, Vedrenne F, Fuchs V. Métodos de tamizaje nutricional en el paciente adulto hospitalizado: una revisión de la literatura. Revista de Nutrición Clínica Y Metabolismo. 2023; 6(4): 54-67.
7. Abizanda J, Hortas E, Paré A, et al. Desnutrición en el adulto mayor: cómo abordarla desde la farmacia comunitaria. El farmacéutico. 2022; 610: 26-35.