En México, la población de personas mayores ha superado los 15 millones en 2025 (INCMNSZ, 2025). Además, según el Instituto Nacional de Geriatría, aproximadamente 1 de cada 5 adultos mayores presenta algún grado de dependencia funcional, lo que incrementa la carga en los sistemas de salud y la necesidad de atención especializada.
La valoración geriátrica integral (VGI) es el estándar de oro para la atención del adulto mayor complejo, integrando aspectos funcionales, cognitivos, psicosociales y farmacológicos. Hoy, la práctica clínica enfrenta un reto: responder a la multimorbilidad, la fragilidad y las demandas de accesibilidad con un enfoque innovador. Surge así la VGI 2.0, potenciada con herramientas digitales que optimizan la precisión diagnóstica, permiten la estratificación temprana del riesgo y aseguran un seguimiento longitudinal de calidad.
En este contexto, los principios de calidad, calidez en la atención, trabajo en equipo multidisciplinario y la implementación de programas hospitalarios de geriatría digital son clave para garantizar mejores resultados clínicos y funcionales en los pacientes mayores.
La valoración geriátrica integral en la era digital
La VGI digital combina el análisis clínico con el soporte tecnológico para:
- Detectar precozmente la fragilidad y el deterioro funcional.
- Estratificar riesgos de hospitalización, caídas y mortalidad.
- Optimizar la continuidad del cuidado mediante telemedicina y seguimiento remoto.
- Reducir la polifarmacia inadecuada con sistemas de apoyo a la decisión clínica (CDSS).
Estas herramientas no reemplazan el juicio clínico, sino que lo refuerzan con evidencia objetiva y reproducible.
Herramientas digitales en la valoración geriátrica integral 2.0.
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Telemedicina y consultas remotas en geriatría
Facilitan anamnesis estructuradas, cribado funcional y seguimiento en pacientes con movilidad reducida. Se recomienda integrar un checklist digital de VGI para la visita remota y reservar la exploración física dirigida para encuentros presenciales.
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Formularios electrónicos de valoración geriátrica (e-CGA)
Estandarizan la recolección de datos (ADL/IADL, cognición, caídas, depresión) y generan reportes automáticos que mejoran la toma de decisiones. Impacto directo: ahorro de tiempo clínico y mayor reproducibilidad entre equipos multidisciplinares
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Índices electrónicos de fragilidad (eFI)
Calculan riesgos de hospitalización y mortalidad a partir de datos rutinarios de la historia clínica lo que permite estratificación poblacional y priorización de pacientes. En la práctica, el eFI puede utilizarse como gatillo para realizar una VGI completa o para derivación prioritaria.
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Wearables y sensores de movilidad para adultos mayores
Monitorean actividad física, patrones de marcha y predicen riesgo de caídas antes de que sea clínicamente evidente. Aplicación clínica: seguimiento de la respuesta a rehabilitación, detección de deterioro sutil y ajuste de intervenciones preventivas. Deben considerarse limitaciones de usabilidad en poblaciones frágiles.
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Sistemas de apoyo a la decisión clínica (CDSS)
Alertan sobre interacciones farmacológicas y prescripciones inapropiadas en ancianos. Valor añadido: aceleran la revisión de polifarmacia y documentan la justificación clínica. Es fundamental validar y personalizar las alertas para reducir la “fatiga de alarmas”.
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Pruebas cognitivas digitales en geriatría
Aplicaciones que permiten cribado seriado y comparaciones longitudinales para detectar deterioro cognitivo precoz.
Consideraciones para especialistas en geriatría
- Integración clínica: vincular resultados digitales al expediente electrónico.
- Equidad digital: alternativas para quienes no manejan tecnología (acompañante digital, visitas domiciliarias).
- Seguridad y confidencialidad de datos: elegir plataformas con aval clínico y normativo.
- Calidad y calidez en la atención: la tecnología debe reforzar, no sustituir, la empatía y el vínculo clínico.
- Programas hospitalarios de geriatría digital: inversión en capacitación médica, interoperabilidad de sistemas y negociación de recursos tecnológicos.
Conclusión
La VGI 2.0 con herramientas digitales no es solo una innovación, sino una evolución necesaria para la geriatría contemporánea.
Su implementación permite:
- Detección más temprana de fragilidad.
- Estratificación objetiva del riesgo.
- Seguimiento continuo, personalizado y costo-efectivo.
Para el especialista líder de opinión, adoptar la valoración geriátrica digital es un compromiso ético y profesional ante la creciente complejidad del paciente mayor.
Si quiere profundizar y seguir actualizándose en este tema y en otros relacionados con la geriatría digital, valoración geriátrica
integral y salud del adulto mayor, lo invitamos a explorar los recursos académicos disponibles para enriquecer su práctica médica.
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