La obesidad es reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad crónica, multifactorial y progresiva que requiere un abordaje médico integral. En América Latina, su prevalencia ha aumentado de manera alarmante: más del 25% de los adultos viven con obesidad, y en países como México, Chile y Argentina, la cifra supera el 30%, posicionando a la región entre las de mayor prevalencia global (OPS, 2023).
Este incremento sostenido no solo impacta en la calidad de vida, sino que constituye el principal factor de riesgo modificable para enfermedades metabólicas, cardiovasculares y osteoarticulares.
En este contexto, los avances farmacológicos recientes ofrecen nuevas herramientas que van más allá de la reducción ponderal, apuntando al control metabólico integral y la prevención de complicaciones a largo plazo.
Abordaje médico actual de la obesidad.
El manejo clínico de la obesidad debe iniciar con una evaluación integral, que incluya:
- Historia clínica detallada con antecedentes personales y familiares.
- Evaluación de hábitos alimentarios, nivel de actividad física y estado emocional.
- Medición del índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia abdominal.
- Identificación de comorbilidades como diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemia, apnea del sueño y enfermedad hepática grasa no alcohólica.
La valoración del riesgo cardiovascular global permitirá establecer un plan terapéutico personalizado y escalonado:
- Primera línea: modificación del estilo de vida mediante intervención nutricional, incremento de actividad física y apoyo conductual.
- Segunda línea: en pacientes con IMC =30 kg/m² o IMC =27 kg/m² con comorbilidades, se considera la farmacoterapia específica.
- Tercera línea: para casos refractarios o de obesidad severa, se contemplan procedimientos endoscópicos o quirúrgicos.
El objetivo terapéutico actual trasciende la pérdida de peso: busca lograr control metabólico integral, reducir riesgos cardiometabólicos y mejorar la calidad de vida del paciente.
Nuevas terapéuticas farmacológicas en obesidad.
La farmacoterapia moderna para la obesidad se orienta hacia tratamientos eficaces, seguros y con impacto metabólico duradero.
Entre las opciones más destacadas se encuentran los agonistas del receptor GLP-1, los agonistas duales GIP/GLP-1 y las combinaciones farmacológicas que actúan sobre los mecanismos de saciedad y apetito.
Semaglutida (agonista del receptor GLP-1):
- Administración: subcutánea semanal, con dosis escaladas hasta 2.4 mg.
- Indicaciones: IMC =30 kg/m² o =27 con comorbilidades.
- Resultados: pérdida ponderal promedio del 15–20 %, mejora en HbA1c, presión arterial, perfil lipídico y beneficio cardiovascular comprobado.
- Duración: de 6 a 12 meses de uso continuo.
Liraglutida (agonista GLP-1):
- Administración: subcutánea diaria, hasta 3.0 mg.
- Resultados: reducción del 8–12 % del peso corporal, mejora del control glucémico y la resistencia a la insulina.
- Se recomienda su uso prolongado de acuerdo con la tolerancia individual.
Tirzepatida (agonista dual GIP/GLP-1):
- Administración: subcutánea semanal, iniciando con 5 mg hasta 15 mg.
- Efectos: pérdida de peso del 20–25 %, mejoría de esteatosis hepática, glucemia y factores de riesgo cardiovascular.
- Representa la nueva generación terapéutica en el manejo metabólico de la obesidad.
Naltrexona/Bupropión:
- Indicada en IMC =30 kg/m² o =27 con comorbilidades.
- Administración: oral, 8/90 mg, dos tabletas dos veces al día.
- Resultados: pérdida del 5–8 % del peso corporal, con mejor control del apetito y adherencia a hábitos saludables.
Fentermina/Topiramato:
- Indicada en pacientes sin contraindicaciones cardiovasculares.
- Administración: oral, dosis inicial 7.5/46 mg, ajustable hasta 15/92 mg.
- Resultados: pérdida del 8–10 % del peso corporal a los tres meses de tratamiento.
Orlistat (inhibidor de la lipasa pancreática):
- Administración: oral, 120 mg con cada comida principal.
- Resultados: reducción ponderal del 5–7 %.
- Indicado como complemento de una dieta baja en grasa; sus efectos gastrointestinales pueden limitar la adherencia.
Consideraciones clínicas clave
El éxito terapéutico depende de una estrategia individualizada y de un seguimiento continuo:
- Seleccionar el fármaco según el perfil clínico y metabólico del paciente.
- Realizar monitoreo regular (cada 4–12 semanas) para ajustar dosis y vigilar tolerancia.
- Si no se logra al menos un 5 % de reducción ponderal tras tres meses con la dosis óptima, reconsiderar la estrategia.
- En casos seleccionados, considerar combinación farmacológica, bajo estricta supervisión médica.
Tendencias futuras y perspectivas
El tratamiento de la obesidad avanza hacia la medicina de precisión, que incorpora la genética, la microbiota intestinal y la respuesta metabólica individual.
Las terapias emergentes buscan:
- Mayor eficacia en reducción de peso.
- Menor incidencia de efectos adversos.
- Beneficios adicionales en la salud cardiovascular, hepática y renal.
Estos avances consolidan un cambio de paradigma: la obesidad deja de ser vista como un problema estético y se reconoce como una enfermedad metabólica sistémica tratable mediante intervenciones médicas efectivas.
Conclusiones.
La obesidad requiere un abordaje estructurado, sostenido y basado en evidencia científica, donde la farmacoterapia cumple un rol fundamental.
Los agonistas de GLP-1 y las terapias duales constituyen el mayor avance terapéutico de la última década, logrando reducciones de peso clínicamente significativas y mejoras metabólicas integrales.
El reto para el médico especialista es identificar oportunamente al candidato ideal, iniciar un tratamiento adecuado y acompañar al paciente en su evolución, promoviendo la educación médica continua y la adherencia terapéutica a largo plazo.


